9.16.2006

Monasterio de Santa Catalina de Arequipa:Remanso de paz erigido en sillar


Circundado por las calles Bolívar, Ugarte, Zela y Santa Catalina se ubica el Monasterio del mismo nombre, considerado como uno de los mayores atractivos turísticos que posee la Cuidad Blanca. Ser el único en el mundo con ciudadela, la coloca con toda razón en un orgullo para Arequipa, que no en vano ostenta el título de Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Por Rebeca Tello

Han pasado 422 años desde que fuera fundado en Arequipa el Monasterio de Santa Catalina de Abad, perteneciente a la orden dominica y que aún alberga a 30 religiosas de clausura en una zona reservada, de edades comprendidas entre los 18 a 90 años.
Integramente construida en sillar, es hoy por hoy considerada como el mayor atractivo arquitectónico de Arequipa. Está edificada en una unidad estructural civil y religiosa de gran magnitud. Posee tres claustros, 6 calles, 80 casas que fueron vivienda de religiosas, una iglesia, una plaza y una valiosa colección de pintura virreinal que comprende unas 400 piezas. Para recorrer su interior se necesitan por lo menos dos horas, dada su extensión, que es de 20.426 m2.
Al ingresar hacia la mano izquierda nos encontramos con el locutorio, lugar hasta donde iban las religiosas al encuentro de las personas del mundo exterior. Seguidamente se halla la sala de labores y visitas, ambiente de doble propósito, pues permitía a las monjas realizar manualidades así como recibir visitas importantes, previa autorización del Obispo.
En el centro del primer patio hay un bien cuidado árbol de caucho rodeado de geranios de flores rojas.
El noviciado o claustro de las monjas es el lugar en donde las principiantes tomaban contacto con la vida religiosa, para optar luego por su vocación. En la parte superior del segundo patio se dejan admirar 55 cuadros que representan las letanías lauretanas del rosario: a la Virgen Prudentísima, a la Virgen Laudable, a la Rosa Mística o a la Torre de David, por citar algunos.
En otro de los patios se encuentra la Sala de Profundis, a la cual ingresamos, y cuyo nombre está vinculado al salmo 129. En aquel lugar eran veladas las religiosas. Desde ahí se pueden apreciar 13 retratos de igual número de monjas, que destacaron entre los años 1691 y 1884.
En cuanto a las calles que posee el Monasterio de Santa Catalina, la llamada Málaga es la primera de seis, todas nominadas con nombres de ciudades españolas. Allí destacan la sala Zurbarán, pequeño museo en el que se encuentran objetos y pinturas, así como trabajos de las religiosas. Como era de esperarse, la Virgen del Chapi, patrona de Arequipa, ocupa un lugar preferencial.
Otras calles como Toledo o Córdova cobran importancia, especialmente esta última, que posee edificios de los siglos XVIII y XX. Actualmente en el lado izquierdo viven las religiosas, quienes observan severamente clausura papal.
Hay en el recinto, también, una lavandería, cuyos depósitos están hechos de enormes vasijas cortadas por la mitad, a modo de tinajas. Junto a este lugar, se ubica el cementerio que se encuentra cerrado.
Ingresar a la cocina, en donde se advierten sartenes, ollas y otros depósitos tiznados por el humo de la leña con la que preparaban sus alimentos, nos dan la sensación de que el tiempo se hubiese detenido.
Las celdas de las religiosas son tan austeras como la vida que ellas eligieron llevar. Una cama similar a una dura mesa y un crucifijo al frente, es el único mobiliario, aunque algunos cuartos tienen además sillones o sillas adicionales.
Otro detalle que llama la atención son los tragaluces en forma circular, presentes en distintos ambientes.
Una de las inquilinas del Monasterio de Santa Catalina fue Sor Ana de Los Angeles Monteagudo, beatificada por el Papa Juan Pablo II, tras habérsele comprobado una serie de hechos milagrosos, como la curación de un cáncer.
La devoción a esta sacrificada sierva de Dios se deja traslucir en las monedas de distintos países que sus fieles le arrojan a los pies de la que fuera su cama.
La pinacoteca es otro de los lugares concurridos por sus bellas obras de arte, y es utilizado además por su excelente acústica para conciertos de música clásica y matrimonios.
El Monasterio de Santa Catalina de Siena fue visitado en noviembre de 1978 por los reyes de España, Juan Carlos I y doña Sofía.
Desde la parte alta, hasta la cual se llega tras subir una empinada y empedrada escalera, se divisa toda la belleza del Misti, que quieto parece observar la paz en Santa Catalina.
Hace más de 400 años que las religiosas dominicas permanecen en el lugar, según lo testimonian en un bien redactado documento en el que escuetamente dice: “estamos enamoradas no de un ideal o de un gran proyecto, sino de Cristo Jesús”

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