2.25.2007

El hombre de rojo…


Su andar era raudo, como si temiese perder el tiempo… aunque quizás eso era lo que menos le importara…A veces cabizbajo, decaído, pensativo…otras despierto, diligente, extrovertido…
¿Su paisaje?...el amplio mar y los autos coronando sus riberas…


¿Sus sueños?...quizás muchos, quizás pocos…tal vez apenas bastara con que tarde a tarde y noche a noche, fueran más los que por su cubículo con canciones de antaño asomaran…

Desapercibido para algunos, sabía camuflarse en su traje rojo…sentado en sus problemas y en la soledad del momento…aun cansado, sabía distinguir a los llamados de las luces de los autos que ordenaban un pedido…


Solo así, el hombre de rojo despertaba de su letargo…era entonces cuando podía demostrar ser el mejor de los barman, aunque solo él se lo creyera…


Quizás en un intento por no querer emular al sol y su calor, el hombre de rojo colgó el traje y lo cambió por uno de color blanco…quizás no muchos se percataron si era el mismo que vestía del color de la pasión…es que quizás para más de uno, el hombre de rojo pasó inadvertido…pero sí, era el mismo, el mismo hombre de color cetrino, tosca figura y cómplice mirada…


Seguro sigue sentado, cabeceándole a la soledad, a la indiferencia, a los que por allí no aparecen, a los que le dijeron ya vuelvo y no vuelven…

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